Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas con lenguaje humano. Fue
escrita por seres humanos. Ellos fueron inspirados por el Espíritu Santo. Debido a las imperfecciones
de la comprensión humana del lenguaje, o a la perversidad de la mente humana,
ingeniosa para eludir la verdad, muchos leen y entienden la Biblia para
agradarse a sí mismos. No es que la dificultad esté en la Biblia. Los
adversarios políticos arguyen acerca de puntos de la ley en los códigos y
defienden puntos de vista opuestos en su aplicación de esas leyes.
Las Escrituras fueron dadas a los hombres, no en una cadena continua
de declaraciones ininterrumpidas, sino parte tras parte a través de generaciones
sucesivas, a medida que Dios en su providencia veía una oportunidad adecuada
para impresionar a los hombres en varios tiempos y en diversos lugares. Los
hombres escribieron a medida que fueron movidos por el Espíritu Santo. Primero
es el brote, después el capullo y después el fruto, "primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga" (Mar. 4: 28). Esto es
exactamente lo que son las declaraciones de la Biblia para nosotros.
No siempre hay orden perfecto o aparente unidad en las Escrituras. Los
milagros de Cristo no se presentan en orden exacto, sino como ocurrieron las
circunstancias que demandaron la revelación divina del poder de Cristo. Las
verdades de la Biblia son como perlas ocultas. Deben ser buscadas, extraídas
mediante esfuerzos concienzudos. Los que tan sólo dan un vistazo a las
Escrituras, con un conocimiento superficial que piensan que es muy profundo,
hablan de las contradicciones de la Biblia y ponen en duda la autoridad de las
Escrituras. Pero aquellos cuyo corazón está en armonía con la verdad y el
deber, escudriñarán las Escrituras con un corazón preparado para recibir
impresiones divinas.- Mensajes
selectos, t. 1, pp. 22, 23
Dios dice en su palabra "No te desampararé, ni te dejaré. "Heb. 13: 5.
Tenemos sólo una vida para vivir, y por medio de nuestra comunión
diaria con Dios, y por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, tenemos apoyo
constante al hacerlas cosas que representarán a Cristo ante el mundo. Podemos
no disponer de todas las comodidades que algunos tienen en cuanto a facilidades
y bienes materiales, pero tenemos la bendita seguridad que Cristo dio a sus
discípulos... Les dijo: "No se turbe vuestro corazón: creéis en Dios,
creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera,
yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me
fuere y os preparara lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde
yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14: 1-3.)
¡Benditas palabras! Podemos recibir a Cristo en nuestros corazones, y
será para nosotros esperanza, valor y gracia sustentadora. El Señor desea que
confiemos completamente en él. Entonces, en la sencillez de nuestra fe,
creeremos que Cristo hará por nosotros todo lo que ha prometido. Acudan todos
al Salvador con la completa seguridad de que hará todo lo que ha prometido.
No hay mejor manera de agradar al Salvador que teniendo fe en sus
promesas. Su misericordia puede llegar a ti, y tus oraciones llegarán a él. Nada puede interrumpir esta
línea de comunicación. Debemos aprender a llevar todas nuestras perplejidades a
Jesucristo, porque él nos ayudará, escuchará nuestros pedidos. Podemos acudir a
él, sin ninguna duda, en completa seguridad de fe,porque él es el camino
viviente...
Cuanto más insistimos en las peticiones que hacemos llegar a su trono, tanto
más seguros estamos de recibir constantemente la abundante gracia de nuestro
Señor Jesucristo. Tú no fortaleces el camino que recorres por tener fe. Pero
creces en fuerza y seguridad porque tienes un Guía a tu lado...
Confía, entonces, en el Señor Jesús para que te guíe paso a paso en el
sendero recto. Puedes obtener seguridad y fuerza en cada paso que das, porque
puedes tener la seguridad de que tu mano está en la suya. Puedes "correr y
no cansarte", puedes "caminar y no desmayar", porque puedes ver
por fe que tienes tu mano en la de Cristo. No te hundirás en el desaliento,
porque a medida que sigas conociendo al Señor, confiando en él, tendrás la
seguridad de que Aquel que nunca abandona a quienes confían plenamente en él,
es tu constante Ayudador
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